domingo, 4 de septiembre de 2016

La arqueología de la arquitectura: una aproximación a la metodología


La arqueología es considerada una ciencia cuyo campo de acción es el conocimiento de la historia a través del estudio de los restos y testimonios materiales. El término de arqueología de la arquitectura data de hace ya más de diez años en Italia (Mannoni, 1990, p.28), y nació “con el fin de agrupar toda una serie de experiencias e investigaciones realizadas en los dos decenios anteriores como resultado de la aplicación de los instrumentos, conceptos y problemáticas de la disciplina arqueológica al estudio de la arquitectura”. (Quirós, 2002, p. 27).

En ese sentido, la arqueología de la arquitectura no es más que el entender históricamente un bien inmueble y el bagaje cultural que lo generó, con el análisis e interpretación de la evolución de los elementos que forman parte de los mismos. Se realiza esta interpretación con la finalidad de conocer la historia cronológica del edificio, así como de las tecnologías que se utilizaron en la construcción de este y su entorno.

Quirós (2002), plantea algunos criterios básicos para comprender y diferenciar la definición de arqueología de la arquitectura de la ciencia arqueológica:

1. La arqueología de la arquitectura es una disciplina arqueológica, y por lo tanto (…), persigue el conocimiento de la sociedad a través de los documentos materiales, en este caso arquitectónicos. No la concebimos, pues, sólo como un instrumento para conocer la historia del edificio.
2. El compromiso con el estudio y la gestión del patrimonio edificado. Desde este punto de vista la concebimos, no sólo como investigación básica, sino también aplicada. Es preciso tener en cuenta el carácter bidimensional del patrimonio edificado, en cuanto siendo documento  de las sociedades pasadas, es también recurso para las sociedades actuales. Este es un criterio básico que diferencia la arqueología de la arquitectura de otros estudios arquitectónicos realizados por arqueólogos.
3. El tercer criterio de referencia es el empleo de un bagaje instrumental de naturaleza estrictamente arqueológica. (…) Además de la estratigrafía se han desarrollado una serie de instrumentos arqueológicos que permiten fechar y analizar con rigor el documento arquitectónico.
4. La arqueología de la arquitectura pretende situarse en una incómoda posición disciplinar intermedia que supere los límites tradicionales entre la arqueología, la arqueometría, la restauración y la arquitectura. En tradiciones consolidadas, como la italiana, es posible observar cómo se ha llegado a la socialización del instrumental e incluso de las perspectivas de trabajo e investigación, aunque este diálogo disciplinar no está exento de problemas.
5. Por último, se propugna el desarrollo de modelos interpretativos que, desde posiciones antropológicas, funcionalistas o materialistas, se contrapongan a los presupuestos idealistas y positivistas profundamente arraigados en la historiografía de la arquitectura.

Un acercamiento a la finalidad de la lectura estratigráfica en la intervención del patrimonio edificado (complementada con otros análisis que deben formar parte de los estudios previos a cualquier intervención), es que “permite «deconstruir» las reconstrucciones anteriores y establecer las etapas o tiempos de vida del monumento, lo que puede resultar muy útil para descubrir el origen de algunas patologías y, tras el análisis de los materiales que componen los paramentos, favorecer la elección de los materiales más apropiados para su restauración.” (Serrano, 2012, p. 144).

De acuerdo a Almagro (2004) y Caballero (1995), la metodología vigente y de actual uso se basa en los principios establecidos por el arqueólogo británico Edward C. Harris y que, para el campo de la arquitectura se ha desarrollado directamente del denominado "método Harris" con  el  que  se  aplica  ésta  a  la  excavación  arqueológica. (Harris, 1992). 

El método básicamente se trata de descomponer el edificio en partes de periodos históricos y constructivamente parecidos. Una vez obtenidas las partes iguales de la fábrica, se realiza una especie de inventario de cada elemento mediante fichas con un código numérico que identificara a cada uno y se empezarán a buscar relaciones con los elementos contiguos y distantes con los que se asemejen. “Con este método se diferencian, ordenan y datan las fases por las que han pasado los  edificios hasta llegar a su estado actual, analizando todos los elementos que los componen y que se les fueron añadiendo históricamente y analizando las distintas actividades y procesos destructivos y constructivos que sufrió. Se trata, por lo tanto, de un método cuya finalidad es básicamente histórica, concretamente la historia de la arquitectura, que contribuye decisivamente a orientar la práctica de la arquitectura restauradora.” (Caballero, 1995, p. 37).
  
División del trabajo:

1) Como primer acercamiento, es indispensable diferenciar las partes del edificio que contengan los datos históricos que obtengamos a través de los instrumentos de análisis y documentación gráfica (levantamiento arquitectónico y otros).
Blanco (1998), define brevemente cuáles son las unidades estratigráficas que conforman una construcción histórica:

a) El elemento estratigráfico: Es la unidad menor con individualidad y homogeneidad estratigráfica, pueden poseer materialidad y volumen o bien sólo superficie, siendo las interfaces que delimitan estos elementos, ambos pueden ser verticales y  horizontales.
b) La actividad o estructura: Es el conjunto de elementos y  sus interfaces con una misma función y pertenecientes a un mismo período cronológico.
c) El edificio: Es la unidad final llegada a nosotros, compuesto por varias actividades.

Todas estas unidades constructivas, están sometidas a  unas relaciones estratigráficas (físicas y temporales), que debemos identificar, ya que definirán y ordenarán la secuencia estratigráfica del edificio. 
 
Imagen 1: Identificación de las unidades estratigráficas de la Iglesia de San Fiz de Solovio. Fuente: Blanco (1998).


2) A continuación, el edificio se dividirá en sectores de trabajo que faciliten el trabajo, división que será arbitraria y auxiliar aunque es conveniente que abarque las tres dimensiones (arriba y abajo, a uno y a otro lado y por fuera y dentro) del edificio dividido. Cada sector deberá tener su propia documentación y referencias analíticas, que posteriormente se integrarán a la síntesis final, por lo tanto, los sectores no deben confundirse con partes estratigráficas o secuenciales del edificio. (Caballero, 1995).
3) Posteriormente se comenzará a realizar el verdadero análisis mediante la diferenciación  de elementos e  interfaces, aplicando criterios estratigráficos y no solo constructivos, observando las acciones que los crearon o  su dimensión constructiva, las relaciones que mantienen con otras unidades o  su dimensión espacial y su secuencia temporal o dimensión cronológica. En otras palabras, se deberán diferenciar los contornos de todas las acciones constructivas homogéneas y las relaciones de tipo “antes de, después de y contemporáneo a” entre cada acción. Durante la diferenciación de las unidades estratigráficas, se les otorga un número, cuya función será la de recuperar la información existente sobre la unidad estratigráfica a modo de código. (Blanco, 1998).
 
Imagen 2: Diferenciación de las unidades estratigráficas de la Iglesia de San Fiz de Solovio. Fuente: Blanco (1998).

4) El siguiente paso es elaborar las fichas analíticas de cada unidad estratigráfica. Los campos fundamentales que deben cubrir son: identificación; descripción de la unidad, un campo donde se recojan las acciones y relaciones entre unidades, así como el diagrama o matrix, interpretación, y finalmente las referencias a otros instrumentos, nombre del responsable y fecha de redacción. Los diagramas se construyen primero en las fichas, elemento por elemento, para luego irlos uniendo entre sí para crear los de zona. De acuerdo a Caballero (1995), el análisis de las relaciones estratigráfico-constructivas es sin duda la parte más delicada del proceso. “En él se mezclan tres lecturas distintas: la de la situación espacial de los elementos, que lleva emparejada la de la acción constructiva que los creó y que concluye con una secuencia temporal de coetaneidad o de antero-posterioridad.” (Caballero, 1995).
5) Seguidamente se procederá con los procesos de síntesis y datación. A través de los cuales se recuperará la unidad del edificio para comprenderlo en su totalidad constructiva. Esto se denomina entonces un proceso interpretativo. Lo primero que debemos hacer es reducir las relaciones redundantes entre unidades, ya que en el diagrama sólo se deben representar las relaciones directas, tanto horizontal como verticalmente. Luego se llevarían a cabo los procesos de periodización: deducimos los períodos históricos a  través de la cronología relativa obtenida por la situación en los diagramas de los elementos, ayudados además de los indicadores cronológicos. Finalmente se realizarán las correlaciones de elementos, que consiste en agrupar los elementos en unidades cada vez más complejas, hasta llegar de nuevo a  la unidad mayor: el edificio. (Blanco, 1998).
6) El análisis histórico será el último paso. Es en esta parte donde se debe interpretar los datos históricos obtenidos, casi siempre apoyados en otras disciplinas, como las posibles teorías arquitectónicas que nos ayuden a ubicar la construcción en los diferentes periodos histórico-artísticos por los que ha transcurrido el monumento. (Blanco, 1998).

Como se ha mencionado anteriormente, la arqueología de la arquitectura además de su finalidad histórica, es un medio para construir o reconstruir la vida entera del monumento en estudio, y con este, su entorno completo en la más compleja perspectiva. “Como parte de la cultura material inmueble que es, resulta evidente que debe interrelacionarse no sólo con las teorías arquitectónicas, sino también con las formas de paisaje, del espacio y de la sociedad donde se inserta el monumento (…), como un medio de reconstruir la «memoria social».” (Serrano, 2012). En ese sentido es importante destacar que el estudio del patrimonio edificado, basado en las metodologías estratigráficas (“elemento por elemento” o “periodo por periodo”), permite a los arquitectos entender y considerar el edificio como una unidad viva y en constante evolución y de esa manera, evaluar y considerar la importancia que cada periodo ha tenido en el resultado del inmueble actual y en sus principales actores. En esto radica la importancia del estudio arqueológico del edificio, en entender que la clave para proyectar en el presente, viene ligado del pasado a través del conocimiento histórico. 

Fuentes:
1. ALMAGRO, Antonio (2004) “Levantamiento Arquitectónico”. Universidad de Granada España.
2. BLANCO, Rebeca (1998) "Las construcciones históricas desde una perspectiva arqueológica: Lectura de paramentos". 
3. CABALLERO, Zoreda (1995). “Método para el análisis estratigráfico de construcciones históricas o “lectura de paramentos”. Centro de Estudios Históricos – CSIC – Madrid.
4. HARRIS, E. C (1992). “Principios de estratigrafía arqueológica”. Barcelona. p. 51-64.
5. MANONNI, Tiziano (1990) “Archeologia dell’architettura”. Notiziario di Archeologia Medievale. SA. pp. 28-29.
6. QUIRÓS, Juan (2002). “Arqueología de la Arquitectura en España”. Universidad del País Vasco. Euskal Herriko Unibersitatea.
7. SERRANO, Rosa (2012). “Arqueología de la arquitectura, nacimiento y desarrollo en España”. Arqueoweb. Revista sobre Arqueología en internet, 14. p. 144. Universidad Autónoma de Madrid.

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