domingo, 20 de diciembre de 2015

La arquitectura del vestido: otra forma de usar el patrimonio sin tocarlo

El patrimonio material e inmaterial es por excelencia, el recurso excepcional de un grupo humano o región. Es la expresión de identidad -defendida o no- de una sociedad, la cual encierra en su constitución: la historia, el origen y la memoria de un pueblo. En ese sentido, el patrimonio viene a ser algo así como la mejor carta de presentación de una región que intenta destacar en el mercado global. Es la clave para forjar la construcción de ciudadanía y la identificación de una colectividad.

En este post, lo que me interesa destacar es que como ciudadanos del mundo, no podemos sentarnos a ver como vamos perdiendo poco a poco nuestra memoria, nuestra identidad, como nos dejamos de reconocer para pasar a la lista de lo "estándar". Si bien es cierto, el estado es un actor indispensable en la gestación de políticas para proteger y usar el patrimonio como recurso excepcional para generar competitividad; sin embargo (y felizmente), no se trata del único camino para utilizar los recursos en bienestar de la colectividad.

Hace unos meses, en un conversatorio académico, escuché al Arq. Jorge Larrea Tovar decir que existía una forma de utilizar el patrimonio sin tocarlo. Se trataba de una propuesta para poner en valor el patrimonio material, lejos de su sentido físico como tal o mediante la restauración o intervención del monumento. Mencionó que la clave era generar la identificación del ciudadano con todas las formas de existencia del monumento, tanto a nivel físico como inmaterial. Esta premisa se me hizo muy válida especialmente al poder ser utilizada en otras tantas disciplinas o iniciativas comerciales y artísticas en favor de la difusión del patrimonio. En general, al tratarse de una apropiación, el ciudadano se sentirá en plena libertad de explorar los sentidos artísticos del patrimonio para generar una nueva forma de difusión o puesta en valor, generando recursos propios.

Es decir, la identificación tendrá un nuevo sentido si entendemos que el recurso es parte de nosotros, de nuestra historia y por lo tanto nos pertenece. En ese sentido, tenemos plena libertad de utilizarlo en la disciplina en la que nos desenvolvamos, de tal manera que podamos aportar en la puesta en valor del monumento, en un sentido de ganancia recíproca.

La arquitectura del vestido

No es mi intención declarar que hemos descubierto la pólvora, ni mucho menos. Este post, como tantos otros, intenta contribuir en algo en la gestación de consciencia de que se pueden generar productos novedosos y buenos (sea cual sea tu especialidad) de lo que conoces y das por sentado. Hace falta voltear la mirada hacia el paradero de autos, hacia las montañas desnudas, hacia el tráfico de tu ciudad, y entender que inconscientemente todos estos recursos que llegan a ti en el momento de la creación, no son producto de la casualidad.

En mi experiencia personal he descubierto que no importa mucho que te dediques a una sola cosa en la vida, porque la libertad de creación es infinita a una sola disciplina. A continuación pongo en evidencia lo escrito, con la muestra de unos sketches propios con los que participé hace un tiempo, en una mini colección pret-a-porter de una escuela de modas, denominada "Lima del Balcón", evidentemente inspirada en los balcones de cajón de la ciudad de Lima,  mi ciudad natal. 

Termino incidiendo en que no importa que no puedas tocar los recursos excepcionales para restaurarlos, protegerlos o darles un nuevo valor. Siempre existe la posibilidad de poder utilizarlos en la creación de nuevos productos comerciales, educativos, culturales o sociales; generando difusión en todas las escalas. Al fin y al cabo, esa debe ser una nueva forma de construir ciudadanía. 


Lima del Balcón



1. Tenida inspirada en el balcón de cajón del Palacio Torre Tagle 1
© Raquel Maldonado Pizarro




2. Tenida inspirada en el balcón de cajón del Palacio Torre Tagle 2
© Raquel Maldonado Pizarro




3. Tenida inspirada en el balcón de cajón de la Casa Riva Agüero
© Raquel Maldonado Pizarro





4. Tenida inspirada en las molduras del balcón del Palacio Arzobispal de Lima
© Raquel Maldonado Pizarro




5. Tenida inspirada en las molduras del balcón del Palacio Torre Tagle
© Raquel Maldonado Pizarro




6. Tenida inspirada en el balcón de cajón del Palacio de Osambela
© Raquel Maldonado Pizarro




© Raquel Maldonado Pizarro

jueves, 20 de agosto de 2015

La arquitectura en la época de la república

A inicios del siglo XIX, la urbe Limeña todavía se encontraba delimitada por las murallas, construidas como medio de proteger la ciudad -controlada por España- de la expansión clandestina del mercado inglés (1685). En lo arquitectónico, el barroco –que fue el estilo dominante durante el siglo XVII hasta mediados del XVIII, momento en que aparece el rococó y neoclásico-, había entrado en declive y prácticamente durante todo el siglo XIX el neoclásico se impuso, ...“en un principio como arte decorativo y cortesano y luego, con la independencia, se constituyó como el arte de los nuevos líderes, quienes adoptaron las formas arquitectónicas que venían desde Francia, pues el neoclásico era expresión del espíritu burgués de la Revolución Francesa”. 1

A pesar de la independencia de España, el nivel cultural e ideológico perduró en los primeros decenios de la república. Tal es así que los modos de vida y comportamiento coloniales subsistieron, y la arquitectura –en especial la vivienda-, como reflejo de estos cánones de vida, permaneció intacta en su organización espacial.

Gráfico 1: Distribución espacial de la casa colonial. Fuente: Rodríguez, Luis. "Arquitectura Limeña: paisajes de una utopía"

Las nuevas formas de arquitectura que surgieron –que fueron pocas-, aparecieron debido a la migración de extranjeros, quienes crearon nuevos centros urbanos-rurales (Miraflores, Barranco y Chorrillos), cuya arquitectura: la casa sub-urbana, la casa-hacienda y la casa-rancho, se diferenciaron espacialmente de la casa colonial y republicana que predominaba en el centro de Lima. Estas nuevas formas, sin embargo estaban marcadas por el neoclasicismo o en su defecto, estaban basadas en estilos arquitectónicos vigentes en ese momento en Inglaterra, Francia e Italia. Esta migración poblacional, introdujo cierto modernismo europeo en el medio local pero la llamada casa republicana, fue el tema principal del periodo, a diferencia de la arquitectura religiosa que dominó el periodo colonial.  2

Como señala Luis Rodríguez Cobos, si bien la casa republicana mantuvo la distribución espacial semejante a la casa colonial, la expresión formal de las fachadas y la ornamentación fueron modificadas, introduciéndose las nuevas formas por un academicismo dominante en la ideología estética. “La adopción del Neoclásico determinó cambios plásticos y ornamentales en la arquitectura (republicana). Se abandonaron las formas gruesas y pastosas del barroco colonial por la finura, el equilibrio y la estructuralidad de las formas clásicas. Desaparecieron los pequeños balcones de celosías, que cedieron su lugar a largas galerías de madera y vidrio, rematadas por cornisas clásicas que con los balcones republicanos (…). La naturaleza industrial de muchos de los elementos de la arquitectura republicana fue una característica interesante. Muchos de los cornisamientos y los relieves se producían en fábricas y los diseños de los balcones eran estandarizados, razón por la cual en Lima, cinco o seis diseños-tipo de balcones se repiten un sin número de veces. Con las rejas sucedió lo mismo: se abandonó el hierro forjado, procedimiento artesanal, por la fabricación a base de piezas standard de hierro fundido. La expresión de la industria a través de la estandarización y uniformización, le dieron a la arquitectura republicana un carácter moderno y, si se quiere avanzado”. 3



Gráfico 2: Distribución espacial típica de la casa republicana. Fuente: Inventario FAUA UNI, 1993.

A fines del siglo XIX (1870-80), la arquitectura republicana que constituyó una expresión formalmente original –gracias a la evocación de la arquitectura colonial y por incidencia del neoclasicismo-, tuvo un declive hasta finalmente desaparecer para dar lugar a un periodo netamente Académico o Clásico, basado en los cánones de composición y ornamentación de las academias europeas, el cual duró hasta los años 20-30 del siglo XX, momento en que emerge la inquietud por una arquitectura nacional y propia.

Citas:
1. Haro y Madueño (35), op. cit. p. 113.
2. Rodríguez Luis. “Arquitectura Limeña: paisajes de una utopía”, Colegio de Arquitectos del Perú, 1983, p. 23. 
3. García Bryce, José “150 Años de Arquitectura Peruana”, Rev. de la Sociedad de Arquitectos del Perú, Boletín Nº 11, Lima, 1962, pp. 41 y 42.