jueves, 14 de noviembre de 2013

El rol del Centro Histórico


Aunque el término "Centro Histórico" ha ido evolucionando en las últimas décadas y se ha teorizado profundamente sobre el tema, lo cierto es que la gran problemática y el debate, sigue latente: el Centro Histórico frente al Centro Urbano. Se entiende que el inevitable proceso de la ciudad y su propiedad de crecimiento y expansión ha contribuido al abandono del Centro Histórico y al perder la centralidad característica de este último frente a estos nuevos espacios exitosos, va dejando de ser centro y pasa a ser sólo un espacio histórico, mientras la centralidad de la ciudad se va asentando en la nueve sede de la ciudad: el Centro Urbano. Este inevitable proceso, agrega una singularidad a la experiencia de los Centro Históricos en América Latina, y es que van quedando en la ciudad como restos de un pasado que se rehúsa a morir. 

Estos museos fantasmas al perder su centralidad, quedan relegados a servir de espacio administrativo y religioso de carácter simbólico, perdiendo competitividad en el comercio y tugurizándose sus antiguos edificios. Estas contradicciones del espacio, entre pobreza económica y riqueza histórico-cultural de la centralidad, acrecientan el interés por el estudio de los Centros Históricos en esta parte del mundo. También los procesos de preservación y desarrollo, la revolución científica y tecnológica en el campo de las comunicaciones y el proceso de globalización, enmarcan el nuevo horizonte que conduce a los Centros Históricos al dilema actual: ¿ser memoria o protagonista de la ciudad?

Ya Fernando Carrión ha señalado la importancia de los Centros Históricos respecto a su “…posibilidad de preservar y potenciar la memoria para generar sentidos de identidad por función y pertenencia, y de convertirse en plataforma de innovación del conjunto de la ciudad”.1  Estos sentidos de identidad, constituyen parte importante de nuestra formación como integrantes de una colectividad. Sin embargo, más allá de la importancia de reafirmar estos sentidos de identidad, Carrión identifica en el Centro Histórico un rol indispensable para el desarrollo de la ciudad y resalta la responsabilidad de plataforma de innovación para con el resto de la ciudad, teniendo características de estancamiento. Señala además, que en el  contexto histórico actual, “…los  centros  históricos  se convierten  en los  lugares  privilegiados  de producción de memoria, (…) en  ese  sentido  el centro histórico se convierte  en  un  símbolo  más de  la  resistencia  identitaria  local  y, además,  en una  plataforma  de  innovación de  la ciudad toda,  dado que  es  el  espacio  público estructurante  que  más  cambia en  la ciudad y, por  esa razón,  el que  más  tiempo  acumula  (valor de  historia).”2 De esa forma se entiende que el trabajo en el Centro Histórico debe partir del objetivo de convertirlo en la principal fuente de atracción, bajo sentidos de especialización e innovación en la era de la globalización. 

En épocas anteriores y no muy lejanas, en la gestión del Centro Histórico ha apremiado el interés por reducir o remendar ciertos problemas puntuales como temas específicos de vulnerabilidad, vialidad o manejo de nuevas demandas. Esta visión focalizada ha generado el desarrollo de proyectos urbanos aislados, orientados a resolver problemas en situaciones de emergencia y probablemente, esta conducta es la que ha dejado sumido el verdadero rol del Centro Histórico en la más completa ignorancia.

Es bajo una perspectiva de innovación que surge la necesidad de trabajar la intervención en el Centro Histórico como un Gran Proyecto Urbano (GPU) 3, el cual lejos de fomentar propuestas exclusivas y aisladas, trabaja el tema de Centros Históricos desde la integración de ejes, entendiéndose que la crisis urbana se solventará si se trabaja desde los centros históricos, porque el actuar sobre ellos requiere pensar en el concepto, esencia y desarrollo global de la ciudad. Además, la intervención adquiere un compromiso atemporal en la construcción de una afirmación de la memoria de un grupo humano, por lo tanto es vital entender que inevitablemente el intervenir el objeto alterará no solo la imagen urbana de la ciudad -para bien o para mal- sino tan importante como eso, el estado de conservación de una parte de la historia de un grupo de individuos en un tiempo subjetivo. De allí que se requiera de un organismo público que institucionalice este carácter cívico –representativo-, que impulse su condición de GPU –legitimidad- y que rinda cuentas de sus actos –transparencia-; y así como “…no hay ciudades sin ciudadanía, no existe ciudadanía sin Estado; por tanto, en cualquier propuesta sobre el centro histórico tiene que estar presente esta tríada indisoluble: ciudadanía, ciudad y Estado”.4

Por lo tanto, la buena gestión del poder del Estado en los proyectos de intervención es un punto clave en las fallas o aciertos del GPU, porque entendemos que el  Estado es el único capaz de concebir propuestas de regeneración urbana en los centros históricos, entre otras cosas, porque es el único miembro que tiene la capacidad administrativa de hacerlo.  En este sentido, uno de los principales problemas en las gestiones que dirigen proyectos urbanos en los Centros Históricos es la escasez de preparación o de compromiso efectivo para con la ciudad. Sin caer en clichés innecesarios, podemos resaltar que la buena gestión de una ciudad determinará su desarrollo o estancamiento y caída, y para esto la ciudad depende únicamente de las personas dotadas de poder para la toma de decisiones.

Dentro de los proyectos gestionados para Centros Históricos, muchas veces se considera que por tener características similares entre países o incluso entre ciudades, las soluciones pueden ser las mismas, tratando de unificar un solo camino de actuación. Los Centros Históricos de América Latina, si bien por lo general han sufrido un proceso bastante similar en su dinámica de cambios formales, dado que “…las propuestas teóricas de la arquitectura y el urbanismo irradiaban desde un mismo origen la realidad socio histórica resultante…”,5 la realidad es que existen singularidades a diversas escalas que son las que componen la riqueza y multiculturalidad del continente. Por lo tanto, sus actores sociales son sensiblemente diferentes, es por ello que resulta difícil -sino imposible-, generalizar estas propuestas.

Por lo tanto, el Centro Histórico es más que un lugar de memorias estancadas. Además de la importancia de su conservación para mantener vigente la identidad de una nación y su afirmación como colectividad, el rol que cumple el Centro Histórico en la era de la globalización es fundamental para garantizar el desarrollo o estancamiento de una ciudad. Entendemos además, que del resultado de la simbiosis entre ciudadanía y estado depende el éxito del Centro Histórico para convertirse en plataforma de innovación para con el resto de la ciudad. Por  eso es  importante tener  un sujeto  social con  voluntad consciente y es fundamental la  construcción de  un  gobierno único  de carácter  público  -transparente,  legítimo  y  representativo-  que  sea capaz  de enfrentar  este reto.  Por ese  motivo -y citando una vez más a Fernando Carrión-, más que una realidad, el Centro Histórico puede ser considerado un proyecto y objeto de deseo.6

     Foto 1: Centro Histórico de La Habana Vieja, Cuba.


  Foto 2: Centro Histórico de Curitiba, Brasil.

      Foto 3: Centro Histórico de Quito, Ecuador.

Citas:
1. CARRIÓN, Fernando (2005). "Centro Histórico como proyecto y objeto de deseo". EURE (Santiago) [online], vol. 31, n. 93, pp. 89-100.
2. Idem. pp 89-100.
3. Idem. pp 89-100.
4. Idem. pp 89-100.
5. CARABALLO, Ciro (2000). "Centros Históricos y turismo en Latinoamérica: Una polémica de fin de siglo". FLACSO, Ecuador. "Desarrollo cultura y gestión en Centros Históricos". pp. 105-120.
6. CARRIÓN, Fernando (2005). "Centro Histórico como proyecto y objeto de deseo". EURE (Santiago) [online], vol. 31, n. 93, pp. 89-100.

martes, 17 de septiembre de 2013

Patrimonio milenario, republicano y moderno en peligro



DEL PASADO SAQUEMOS PROVECHO

Tenía seis metros de alto y más de 2.000 m² de extensión. El 29 de junio, la pirámide del sector 8 del complejo arqueológico El Paraíso, en el distrito limeño de San Martín de Porres, fue quemada, y la del sector 7 tajada con maquinaria. Tres pirámides más hubieran sufrido el mismo destino si los vecinos no alertaban a las autoridades. ¿Por qué tanto desprecio por un patrimonio que, puesto en valor, sería la envidia del mundo entero?

Esto sucedió en una huaca que, sin embargo, sí era foco de atención del Ministerio de Cultura. En diciembre del 2012 había anunciado un proyecto de 3,5 millones de soles para su puesta en valor. Un mes después, se halló el Templo del Fuego que, según Marco Guillén Hugo, el arqueólogo responsable del sitio, presenta características y fecha similares alas estructuras de Caral y Kotosh, y aproximaría los 3.000 a.C. Abajo, dos pirámides más antiguas quedan todavía por excavar. Si lo confirma la datación por radiocarbono, la capital peruana podría situarse así en la misma línea de tiempo que Caral y la zigurat de Ur, en Mesopotamia. 

Sería un argumento de peso para atraer a Lima a esos turistas extranjeros que, como afirma la po­pular guía anglosajona Lonely Planet, “suelen huir rápidamente de ella para ir en busca de destinos más idílicos en los Andes”. ¿Por qué no se ve el impacto turístico del patrimonio cuando en países como México, Francia y Egipto ha sido desde décadas la fuente de un desarrollo económico sostenido? ¿Por qué no se aprovechan semejantes deterioros para usar el artículo 5º de la Ley General 24047 de Amparo al Patrimonio Cultural de la Nación (03.1.85), que declara “de utilidad y necesidad públicas la expropiación de los bienes culturales de propiedad privada, muebles e inmuebles que estén de riesgo de perderse para el Patrimonio Cultural de la Nación por abandono, destrucción, deterioro sus­tancial y exportación clandestina”? Si siguiera las denuncias hasta sus últimas consecuencias —en vez de contentarse con la ridícula multa municipal de dos unidades impositivas tributarias (7.400 soles) por pirámide destruida, como en El Paraíso—, el Estado peruano podría recuperar la propiedad pública de su patrimonio en pocos años. Y, a partir de ahí, decidir cómo administrarlo. Con la empresa privada, como lo hizo la Municipalidad de Miraflores en la huaca Pucllana con la actual ministra de Cultura, Diana Álvarez-Calderón, o con otros modelos de cogestión civil, aún por inventar.



MEMORIA SIN REGISTRO

A raíz del escándalo de El Paraíso, Luis Cáceres, jefe de la Dirección de Arqueología del Ministerio de Cultura,señalaba que solo 44 de las 366 huacas de Lima (el 12%) estaban inscritas ante la Superintendencia Nacional de Registros Públicos (Sunarp). Y que las más expuestas eran aquellas ubicadas en las zonas periféricas de Lima, como Ate, Carabayllo y Pachacámac.

El sitio incaico de Puruchuco, en Ate,tiene pendiente la creación de un túnel en el cerro considerado patrimo­nio tan intangible como la huaca que lo domina. La misma Ley 24047 lo dice: “La protección de los bienes inmuebles, comprende el suelo y subsuelo en que se asientan” (artículo 4º). Las protestas virulentas de la sociedad civil salvaron el cerro del tajo abierto inicialmente previsto por la constructora con el asen­timiento de la municipalidad. Ahora la solución de un túnel medio enterrado, que dinamitaría el cerro y pondría en riesgo el equilibrio telúrico de la huaca,sigue generando controversia.

Y acá solo hemos mencionado las huacas con nombres, apellidos y partida de nacimiento. Pero¿cuántas tumbas Moche y momias pluricentenarias quedan aún por descubrirse? ¿Cuántos Caral, cuántos Bandurria? Se ha vuelto todavía más difícil proteger los futuros tesoros de la Nación desde que el Decreto Supremo 054-2013-PCM entró en vigor el 1 de junio del 2013 y, con ello, la facilitación de emisión de Certificados de Inexistencia de Restos Arqueológicos (CIRA) para los proyectos de inversión. Antes, se aplicaba el silencio administrativo negativo: no se ejecutaba ninguna obra hasta que los arqueólogos del Ministerio de Cultura redactaran el CIRA. Ahora con el DS 054,el plazo de entrega se reduce a veinte días, al cabo de los cuales se aplica el silencio administrativo positivo. Cualquier retraso administrativo de parte del Ministerio de Cultura beneficia de facto a las empresas inversionistas.

La primera urgencia sería registrar esas 322 huacas limeñas. Inscribir cada una de ellas en la Sunarp costaría alre­dedor de 400.000 soles, lo que sumaría un total de 13 millones de soles. ¿Cómo hacer milagros con un presupuesto que se quedó estancado desde la era del Instituto Nacional de Cultura? Afor­tunadamente, la flamante Ministra de Cultura ha anunciado que el patrimonio arqueológico sería su objetivo prioritario durante su gestión. Ojalá tome en con­sideración las legítimas preocupaciones de la comunidad científica.


UN DESARROLLO INTEGRAL

Como todos los arqueólogos, el presi­dente del Comité Peruano del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS), Alberto Martorell, se muestra inquieto respecto del DS 054. Sin embargo, guarda una visión positiva del uso que se puede hacer de las huacas. Según declaró a La Mula TV, este decreto “parte de la premisa—equivocada— de que patrimonio es traba al desarrollo. Esa dicotomía ya es manida y antigua, pero no superada en términos reales. Hay que cambiar esa idea. Lo que nosotros proponemos es incorporar el patrimonio en el proceso de desarrollo”.

Por su parte, el presidente de ICO­MOS Perú propone “impulsar los sitios arqueológicos lo más posible,hacer centros de interpretación y demás, y desde la carretera principal trazar una secundaria que lleve a ese sitio arqueo­lógico, de modo que lo invertido irradie desarrollo. La carretera sigue siendo la infraestructura necesaria,pero se incorporan esos valores paisajistas, ambientales, al desarrollo local, al desa­rrollo de artesanía y pequeños negocios que puedan surgir entorno a ese sitio”.

Klaus Hönninger Mitrani,director fundador del Museo Paleontológico Meyer-Hönninger en Chiclayo, sugiere que “se debería considerar la posibili­dad que cada municipio vele y ponga en valor los centros de su jurisdicción, imponiéndoles la responsabilidad civil y penal por su cuidado. El ministerio puede fiscalizar esta responsabilidad, pero no nombrarse dueño de ellos y no estar en las condiciones de hacer nada”.



UN ROSTRO PARA LA CIUDAD

La Municipalidad de Miraflores siempre fue pionera en cuestiones patrimoniales. En julio del 2012aprobó la Ordenanza 387/MM para proteger activamente sus casonas “con valor urbanístico para el distrito”. La ordenanza facilita al propietario de un inmueble ubicado en una “Microzona de Valor Urbanístico” y/o declarado como “Bien Cultural Inmueble” por el Ministerio de Cultura, un Certificado de Derecho Edificatorio. Ese documento le reconoce al propietario la posibilidad de edificar una determi­nada cantidad de metros cuadrados por encima de la altura normativa en uno de los “Ejes de Aprovechamiento del Potencial de Desarrollo Urbano”. Este documento puede ser vendido, lo cual permite cierta plusvalía, además de cubrir los gastos de la renovación. Cinco casonas,incluyendo algunas de la Quinta Prado, se encuentran ahora en la fase de análisis de patologías edificatorias.

Las casonas republicanas,con su academicismo ecléctico mestizado de colores vivos locales, siguen siendo las figuras identitarias de esta ciudad sin rostro. Y si ellas tienen sus fervientes defensores por su estilo de vida ameno, desacelerado y de baja densidad, también los tiene la modernidad peruana. La de­molición del Residencial Limatambo de Enrique Seoane Ros (1953) emprendida por su propietario, el Grupo Breca, en plena esquina entre las avenidas Javier Prado y Paseo de la República, marca el cambio brutal de una arquitectura de carácter, funcional, bella, dinámica, de escala doméstica, a la enésima caja de vidrio continuo sin relieve ni colores vivos, ni la menor relación al contexto urbano. Su principal interés será de superar la altura del Hotel Westin Libertador (2011, 118.55 m), obra del mismo arquitecto, Bernardo Fort Brescia, que aceptó pisar un ícono de la Lima moderna y aún humana. ¿Por qué la modernidad significaría hoy el opuesto de sus valores de origen? ¿Desde cuándo el futuro implica dar marcha atrás en contra del bienestar común?


Miraflorina Quinta Prado, donde algunos propietarios buscan acogerse a una ordenanza que proteja sus casonas.
Miraflorina Quinta Prado, donde algunos propietarios buscan acogerse a una ordenanza que proteja sus casonas.

En Puruchuco (Ate), la creación de un túnel que afectará el equilibrio telúrico de la huaca sigue generando controversia.

En Puruchuco (Ate), la creación de un túnel que afectará el equilibrio telúrico de la huaca sigue generando controversia.

Escenarios. Construido originalmente para albergar viviendas, el edificio Limatambo hace años dejó de ser residencial. En su lugar se erigirá un moderno edificio de oficinas diseñado por Bernardo Fort Brescia, arquitecto del Hotel Westin Libertador, ubicado al frente. © cortesía Graña y Montero
Escenarios. Construido originalmente para albergar viviendas, el edificio Limatambo hace años dejó de ser residencial. En su lugar se erigirá un moderno edificio de oficinas diseñado por Bernardo Fort Brescia, arquitecto del Hotel Westin Libertador, ubicado al frente. © cortesía Graña y Montero

El Paraíso, complejo arqueológico de entre 4.000 y 5.000 años de antigüedad que en los últimos meses sufrió varias destrucciones y daños.
El Paraíso, complejo arqueológico de entre 4.000 y 5.000 años de antigüedad que en los últimos meses sufrió varias destrucciones y daños.

El Paraíso, complejo arqueológico de entre 4.000 y 5.000 años de antigüedad que en los últimos meses sufrió varias destrucciones y daños.
El Paraíso, complejo arqueológico de entre 4.000 y 5.000 años de antigüedad que en los últimos meses sufrió varias destrucciones y daños.

Propiedad de: Revista PODER (Lima, Perú), Agosto del 2013, pág. 82-85. Sección mensual de arquitectura.

sábado, 31 de agosto de 2013

El derecho a la ciudad


Entre los intereses intelectuales del filósofo Henri Lefebvre, quien aportó como crítico-teórico principalmente con sus análisis sobre la modernidad y la vida cotidiana; se encontraron los problemas de urbanización y territorio, presentando a la ciudad como el corazón de la insurrección estética contra lo cotidiano.1 Para él, el ser humano tiene necesidades sociales antropológicas que no son tomadas en cuenta en los estudios y reflexiones teóricas sobre la ciudad, particularmente en el urbanismo; pues considera que este se encuentra separado de la reflexión teórica refugiándose en lo pragmático. Según Lefebvre, la necesidad de lo imaginario es olvidada por el urbanismo y frente a los problemas urbanos, formula particularmente la necesidad de la afirmación de un nuevo derecho: el derecho a la ciudad.


Para Lefebvre el derecho a la ciudad se  manifiesta como una forma superior de todos los derechos. Esto implica nociones como el derecho a la libertad, a la individualización en la socialización, al hábitat y al habitar. Asimismo, complementa la idea implantando el concepto de derecho a la obra -como actividad participante- y el derecho a la apropiación. Afirma también, que el derecho a la ciudad es uno de los derechos en formación de la sociedad urbana, el cual comienza sobre las ruinas de la ciudad antigua (Lefebvre 1978).2

Entre los principales derechos sugeridos por Lefebvre están: el derecho al trabajo, a la instrucción, a la educación, a la salud, al alojamiento, al ocio y a la vida.  El derecho a la ciudad, sin embargo se constituye no como derecho a la ciudad antigua sino a la vida urbana,  a la centralidad renovada, a los lugares de encuentro y cambios, a los ritmos de vida y empleos del tiempo que permiten el uso pleno y entero de estos momentos y lugares, en resumen el derecho a la ciudad es el derecho de habitar y vivir la ciudad en su totalidad, ya que “todos tenemos el derecho de poder vivir la ciudad, de hacer uso del  espacio. La vida  urbana supone encuentros, confrontaciones de diferencias, conocimiento y reconocimientos  recíprocos, maneras  de  vivir y patrones  que coexisten  en  la ciudad”. 3

Por otro lado -complementando la idea-, Borja sostiene que los valores  relacionados  a  la ciudad tales como: la libertad, cohesión social, protección y desarrollo de los derechos individuales, de expresión y  construcción de identidades, de democracia participativa y de igualdad entre los habitantes;  dependen  principalmente  del  estatuto  de ciudadanía,  sin  embargo  esta  debe  ser  más  que  un simple reconocimiento formal. Para ello los habitantes deben ejercer activamente su rol activo dentro de la ciudad y tener un pleno reconocimiento de estos derechos; por lo tanto el derecho a la ciudad, está sujeto a la forma en la que funciona la ciudad, ya que esta debe ser un espacio público tanto en un sentido físico como en sentido político y cultural. (…) Y también de que la ciudad funcione realmente como espacio público en  un  sentido  físico  (centralidades,  movilidad  y accesibilidad  socializada,  zonas  social  y  funcionalmente diversificadas, lugares con atributos o significantes) y en un sentido  político y cultural (expresión y representación colectiva, identidad, cohesión social e integración ciudadana)”.4

En ese sentido, podemos destacar la importancia del espacio público como una condición básica para el ejercicio de la ciudadanía;  en consecuencia el  derecho  al  espacio  público  de  calidad, es  un  derecho fundamental para la sociedad.


LA CIUDAD VIVA _aldo van eyck_500x500 - STEPIENYBARNO

    © Playgrounds de Aldo Van Eyck


Citas:
1. LEFEBVRE, Henry. (1978).
2. LEFEBVRE, Henry. (1978).
3. LEFEBVRE, Henry. (1978).
4. BORJA. (2003: 22).

domingo, 11 de agosto de 2013

Qosqo












 © RAQUEL MALDONADO PIZARRO

Urubamba, Ollantaytambo, Aguas Calientes, Cusco - Perú, 2012.

martes, 6 de agosto de 2013

Usos mixtos y adaptación


“Cuando la dinámica es caótica, solamente se puede predecir el estado futuro del sistema si conocemos con precisión infinita las condiciones iniciales. Pero se requiere una memoria infinita para guardar un solo número con precisión infinita. En resumidas cuentas, inteligencia considerable no podría siquiera iniciar el proceso. (…) Cuando la dinámica de un sistema se vuelve caótica existe una interrelación entre el grado de precisión con que conocemos su estado actual y el plazo de tiempo con que podemos predecir –con detalle-, que es lo que el sistema hará.” 1 El paradigma de la teoría del caos –asociado a sistemas dinámicos inestables- parte de la premisa de la extrema complejidad, siendo su principal característica la dependencia sensible a las condiciones iniciales, afirmando que partiendo de dos estados iniciales similares, el sistema caótico puede desarrollarse de maneras radicalmente opuestas, es decir; la más mínima fluctuación puede provocar cambios importantes en toda la estructura de los sistemas. En ese sentido, el caos abre una posibilidad de mutaciones y transformaciones.

En las últimas décadas –llámese revolución informacional, globalización o la era del conocimiento-, la conciencia del caos se ha hecho notable en los estudios de las órdenes de la naturaleza, la vida y la sociedad; interpretado genéricamente como la impredictibilidad de los sistemas. (Holland, 1995) Apoyado en la teoría evolutiva de la adaptación de las especies al medio en el que viven, la ciudad puede ser considerada un sistema complejo adaptativo (SCA) (Holland, 1995), puesto que las estructuras que conforman la ciudad –los fenómenos urbanos, sociales, culturales o políticos-, son estables pero no estáticos; cambian y se transforman por su naturaleza, y esto con el fin de mantenerse, de no morir.

Además, “…un sistema complejo adaptativo (SCA), puede modificar su comportamiento para adaptarse a los cambios en su entorno.” 2 Se considera que todos los SCA, están constituidos por grandes números de elementos activos, diversos en formas y actividades. Aquí, se entiende el concepto de aprendizaje y adaptación, como el “…proceso por el cual un organismo se amolda a su medio ambiente, en esto está la experiencia que guía sus cambios y con el paso del tiempo hace mejor uso del medio ambiente para alcanzar sus fines.” 3 Entonces, los sistemas complejos adaptables son sistemas compuestos por agentes que interactúan por ciertas reglas; las mismas que se adaptan, cambiando cuando adquieren experiencia.

La simbiosis de la teoría con la práctica urbana es reveladora. Todo parte de la reflexión teórica de admitir características de SCA a la ciudad -como organismo-, y este progreso imparable de la teorización; lleva directamente asociado un cambio radical en las posibilidades de la arquitectura -considerada parte fundamental de la formación de la estructura de la ciudad-. En ese sentido, tanto la mixtura de posibilidades en la arquitectura como en materia de urbanismo, parten de una premisa de adaptabilidad. La experiencia adquirida es una causal para la mutación de los agentes, los cuales llevados a los procesos tangibles del desarrollo de la ciudad; se evidencian con sus características de mutación y transformación, realizadas en ese caso, por los agentes –ciudadanos- que al adquirir cierta experiencia –necesidad insatisfecha-, tienden a adaptarse a los nuevos procesos, buscando “…el mejor uso del medio ambiente para alcanzar sus fines”. 4 En ese sentido, podemos identificar elementos de la urbe que responden precisamente a las características de estas mutaciones, que llevadas al dialecto técnico se ven reveladas por las concepciones de informalidad –entendiéndose que no caben en los parámetros urbanos por su origen caótico-. Lo cierto es que las nuevas posibilidades de concebir arquitectura, encuentran su origen en estos fenómenos urbanos y nacen como respuesta a estas necesidades insatisfechas, las cuales han sido el principal punto de quiebre del urbanismo moderno.

Es bajo el imparable proceso de globalización contemporánea que, surgen los edificios híbridos o de uso mixto, que desde su concepción pretenden ser edificios adaptables a los fenómenos urbanos de la ciudad, entendiendo que los agentes que conforman la ciudad, están en constante movimiento y mutación, se pretende atender la mayor parte de necesidades de un grupo de individuos, concentrando estas actividades –basado en estudios de contexto y experiencia urbana- en un solo edificio. El uso mixto se trata de la retención o la creación de una mezcla de diferentes usos en ciudades o barrios. El aumento de la mezcla de usos está pensado para reducir la necesidad de viajar, reducir la probabilidad de la delincuencia, mejorar el ambiente y el atractivo de las zonas y contribuir a la sostenibilidad de las ciudades. 5

Asimismo, y dependiendo del contexto urbano bajo el que se proyecten, conjugan –entre otros- usos de: vivienda, oficinas, comercio, hotel, instalaciones de uso compartido como gimnasios, teatros o salas de exposiciones, además de una gran cantidad de estacionamientos, abriendo la posibilidad de interacción en diferentes escalas. Por otro lado, el concepto implica la participación en conjunto de la iniciativa privada y pública en materia de promoción de vivienda, espacio público y equipamiento; asimismo da respuesta a cuatro problemas presentes continuamente en nuestra sociedad: la escasez y el valor de la tierra, la necesidad de intensificar los usos del suelo, contribuir al desarrollo sostenible y la necesidad de densificar los usos para revitalizar los centros urbanos. Además, la intimidad de la vida privada y la sociabilidad de la vida pública, encuentran en estos edificios, una plataforma para desarrollarse eficientemente.

Si bien la mezcla de usos existe desde la antigüedad, la combinación del incremento del precio del suelo, más la llegada del acero estructural y el ascensor, fueron el detonante para que los edificios se relacionen entre sí y comiencen a compartir funciones. De esta forma el grado de concentración y combinación sirve para activar los usos del edificio y sobre todo del tejido urbano que lo rodea. Lima comparte con el resto de ciudades contemporáneas el proceso de densificación, el alza del precio del suelo, y la búsqueda del máximo rendimiento de los lotes, pero esto se combina con un fenómeno particular de la ciudad latinoamericana que es la informalidad y la economía espontánea. Esta condición ha hecho que la tipología surja de una manera única en Lima, el cual merece ser estudiado y a través del entendimiento de sus lógicas, explorar nuevas respuestas arquitectónicas y urbanas. 6

Finalmente, la importancia de los usos mixtos en las políticas de recuperación de los Centros Históricos –precisamente por sus características de densificación urbana y de usos-, basados en la experiencia internacional; ha significado la utilización pública de los usos sin limitarlos exclusivamente a los residentes, como señala el artículo del Real State Market: “quienes han tenido la oportunidad de viajar a Europa han sido testigos de lo que ocurre en algunas ciudades, por ejemplo en Barcelona o en Berlín, que han recuperado su antigua majestuosidad gracias a eficientes políticas públicas que desarrollaron como arma principal el rescate de sus zonas centrales.” 7 Este tipo de estrategias, además de permitir el rescate de espacios urbanos de innegable valor histórico, tienen como finalidad incrementar la densidad del uso del suelo, y también de grupos sociales y actividades segregadas, 8 en ese sentido, la inserción de estos conceptos en los modelos extranjeros, ha sido el punto de partida para estrategias de alcance regional que han permitido elevar el nivel de competitividad de cada una de esas ciudades.



 © OMA Rotterdam: Stadskantoor. Edificio mutable de usos mixtos, diseñado a partir de bloques neutros.



Citas:
1. STEWART, Ian. (2002) “Does God Play Dice? The New Mathematics of Chaos". p. 358.
2. RAMMEL, C; STAGK, S. y WILFING, H. (2007) “Managing complex adaptive systems - A co-evolutionary perspective on natural resource managment". Ecological Economics, p. 10.
3. HOLLAND, Jhon. (1995) “El orden oculto de como la adaptación creo complejidad". México, FCE, 2004. p. 17.
4. Idem, p. 35.
5. COUPLAND, Andy. (1997) “Reclaiming the city: mixed-use development". Ed. London E&FN, Spon.
6. KAHATT, Sharif; MORELLI, Marta. (2013) “Edificios Híbridos en el Centro Histórico de Lima". PUCP, FAU. Primera Edición. p. 33.
7. REAL STATE MARKET. México. “Grandes metrópolis internacionales dominadas por los usos mixtos".
8. GRANT, Jill. (2005) “Mixed use in theory and practice: Canadian Experience with implementing a planning principle". Dialogues in urban and regional planning I, London. pp. 15-35.

jueves, 10 de enero de 2013

Centro histórico e identidad urbana

Definir identidad hace inevitable demandar el término de memoria. Esta última es la razón de ser de la otra, por lo tanto con las representaciones sociales, individuales o colectivas del pasado, se afirma o desaparece una identidad. La memoria es el principal nutriente de la identidad, 1 tal como afirma el antropólogo Joel Candau.Durkheim por su parte, define la memoria como la ideación del pasado, en contraposición a la conciencia –ideación del presente– y a la imaginación  prospectiva  o  utópica  –ideación  del  futuro,  del  porvenir-.2 En ese sentido, la memoria no se limita a registrar o reproducir el pasado de una manera mecanizada, sino que realiza un trabajo de selección, reconstrucción y a veces hasta de idealización de un pasado, siendo no solo representación sino también construcción.


Así como la identidad, la memoria también puede ser individual o colectiva. Ambas dentro de sus categorías presentan particularidades y diferencias; la memoria colectiva es la memoria de un grupo, pero entendiendo que es una memoria conectada entre los miembros del grupo. Existirá entonces una relación entre los dos tipos de memoria, ya que toda persona -memoria individual- se mueve, expresa y relaciona de acuerdo a los términos que le proporciona su cultura -memoria colectiva-. La memoria colectiva se aprende mediante procesos sociales a los que llamamos tradición, lo cual no es más que una muestra de la memoria que se va reafirmando y comunicando de generación en generación. Para garantizar su prevalencia, esta necesitará ser reactivada, pues por su carácter de memoria, corre el peligro de desaparecer con el tiempo, es por eso que las tradiciones se mantienen como tales, gracias al papel de las conmemoraciones y otras celebraciones que constituyen, una memoria colectiva en acción.3

A primera vista, la supervivencia de las sociedades se puede definir mediante la conservación de estos objetos o prácticas. El patrimonio entonces es una puerta más al pasado y conservarlo se entiende como la mejor forma de conservar nuestro pasado –identidad- para poder usarlo en el futuro. Esta lectura de la ciudad parece ser entendida bajo una postura puramente teórica, casi poética pues el lenguaje sentimental es el único medio con el que se puede entender los niveles de relación de pertenencia de los seres con el entorno edificado. Como define el doctor en humanidades Alejandro Araujo: “…la conservación de los recuerdos es una práctica entendida directamente desde imaginarios concretos que definen cómo es usado el pasado por cada sociedad o en forma más compleja, cuál es la experiencia de la temporalidad de cada sociedad”.4

Por lo tanto, las sociedades guardan en su génesis la clave de utilización del pasado. Sin embargo, y como afirman los historiadores (Nora, 1984:I:XV-XLII, Candau, 1998:127), no se debe confundir memoria con historia urbana, ya que “…la transmisión histórica difiere radicalmente de la transmisión memorial (…). Porque si bien es cierto que tanto la historia como la memoria son representaciones del pasado, la primera tiende a objetivarlo manteniéndolo a la distancia, mientras que la última tiende a fusionarse con él integrándolo a las estrategias identitarias”.5

Entendemos así que las representaciones que conforman el presente, fueron selecciones realizadas en su momento por presentes que  hoy conforman nuestro pasado. Ellos decidieron conservar un edificio, una plaza, una iglesia; porque veían en estos objetos parte del legado que dicho presente, quería dejarle al futuro. Bajo este razonamiento, un conjunto importante de monumentos, objetos y edificios, se decidió conservar para estimular y consolidar un espíritu de identidad nacional para diseñar la comunidad imaginada.

Los  antropólogos además, suelen  hacer  una  distinción  entre  memorias  fuertes  y memorias débiles. Según Candau, una memoria fuerte es una memoria masiva, coherente, compacta y profunda que se impone a la gran mayoría de  los  miembros  de  un  grupo,  cualquiera  sea  su  dimensión  o  su  talla.6 Se puede resaltar que este tipo de memoria genera identidades igualmente fuertes, estas suelen ser por ejemplo; la memoria religiosa de las iglesias y de las creencias, la memoria étnica, la memoria genealógica y otras más. La memoria débil es por el contrario, una memoria sin contornos bien definidos, difusa y superficial que difícilmente es compartida por un conjunto de individuos, cuya identidad -precisamente por ello-, resulta débil. Es justamente este tipo de memorias las que encontramos en la urbe, las cuales por ser tan débiles casi no se transmiten y su lectura es sumamente borrosa, sin embargo son las que definen la capacidad de relación de pertenencia de los habitantes con el espacio urbano. En ese sentido, no esperamos encontrar en la ciudad memorias colectivas fuertemente integradas, unificadoras y ampliamente compartidas, sino sólo memorias fragmentadas y precarias. Como observa Bourdieu, la pluralidad de las memorias es el corolario de una pluralidad de mundos sociales y de una pluralidad de tiempos, y es precisamente esto lo que encontramos en el espacio urbano. 7

Finalmente, la memoria e identidad son valores subjetivos, los distintos actores que intervienen en la ciudad tendrán diferentes percepciones, prioridades o valoraciones de acuerdo a sus respectivos intereses. Tratándose de valores intangibles, no cuantificables ¿es posible medir la identidad de un lugar? A simple vista pareciera tratarse de un asunto sumamente espiritual, pero la importancia de determinar cuáles son los valores de identidad de un lugar va más allá de obtener datos cuantificables, se trata de entender los sentidos materializados por la gente que lo habita, lo cual se localiza en la profundidad de un orden simbólico interiorizado y significa la imposición de la capacidad de simbolización de los pobladores frente a la presunta concepción de una ciudad por sus diseñadores o sus más neutros parámetros de referencia.


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Citas:  
   1. CANDAU, Joel, (1998). “Mémoire et identité, París, Presses Universitaires de France.”
2. DURKHEIM, Emile. (1953) “Sociologie et Philosophie, París, Presses Universitaires de France”
3. GIMENEZ, Gilberto. (2005) “Memorias, relatos e identidades urbanas”. p. 200.
4. ARAUJO, Alejandro. (2008) op. cit. “De los imaginarios a las prácticas. La conservación de los centros históricos: tensión y complejidad social”. Revista de Historia Internacional, CIDE, No. 35.
5. GIMENEZ, Gilberto. (2005) “Memorias, relatos e identidades urbanas”. p. 198.
6. CANDAU, Joel. (1998) op. cit. p. 
7. GIMENEZ, Gilberto. (2005) “Memorias, relatos e identidades urbanas”. p. 201.op. cit. Bourdieu, Pierre, 1997.