El
restauro puede ser considerado una materia reciente comparado con otras teorías
del ámbito científico; de acuerdo con Beatriz Kühl, la preservación de los
bienes culturales como la entendemos en la actualidad, comenzó a perfilarse más
claramente en el siglo XV, momento en que las obras más antiguas perdieron el
carácter utilitario y pasaron a tener una motivación cultural. En ese sentido,
los estudiosos reconocen que “…a partir
de finales del siglo XVIII la preservación va a sistematizarse, asumiendo de
forma gradual una mayor autonomía y consolidándose como un campo disciplinar
autónomo.” 1
Sin embargo es significativo señalar que a
finales del siglo XIX y a inicios del siglo XX, el valor artístico se impuso al
valor histórico y pasó a ser determinante para las interferencias
restauradoras, según lo señalado por Alöis Riegl en la obra “El culto Moderno a
los Monumentos”. Con el paso del tiempo, el valor artístico de los bienes patrimoniales adquirió
más relevancia en el área de la restauración y se pudo ver materializado
en principios como la mínima intervención, la distinguibilidad y reversibilidad,
los mismos que se consolidan en el siglo XX y pasan a ser el punto de partida
de buena parte de las intervenciones en materia de restauro. Dichas
premisas corresponden a los paradigmas que hoy sirven de guía para justificar
las intervenciones en los objetos, cuyos valores no necesariamente se refieren
a los de las obras de arte, sugeridos por la teoría. Se observa que en las
últimas décadas, la ampliación del campo del patrimonio agregó otros tantos
valores, con lo cual las cuestiones patrimoniales pasaron a ocupar un lugar de
destaque sin precedentes, modificando significativamente las referencias
respecto a lo que se quiere preservar, conservar y restaurar.2
Partiendo
de la consciencia cultural adquirida durante el siglo XX, la teoría de Cesare
Brandi (Teoría del Restauro) se destacó y se mantiene todavía como la principal
fuente de referencia para las acciones de restauración. Sin embargo, es
justamente a raíz del ensanchamiento del concepto de cultura que percibimos los
hechos que se desarrollan en el espacio de tiempo comprendido entre finales del
siglo XX y comienzos del siglo XXI, en
donde la teoría brandiana se convierte en herramienta limitada en cuanto a la
justificación de las acciones aplicadas a la conservación de los bienes
culturales.3
En
la actualidad los objetos dispuestos a la restauración pueden presentar
funciones tangibles o intangibles, y esta permeabilidad perturba con
intensidades diferentes a los diversos actores que se relacionan con el objeto.
Por otra parte, en el marco de la restauración se sugiere que ningún proceso es
reversible y como el profesional tiene el deber ético de respetar la
legitimidad de los grupos actuales y futuros, parece evidente que otra cuestión
se impone, como es justamente la que aparece asociada a la toma de decisiones
en la labor restauradora. En ese sentido emergen con fuerza otras disyuntivas,
es decir ¿cuál es la labor del restaurador en los procesos actuales de
salvaguardia de la memoria?
La
tarea del restaurador es conocida por tomar parte importante de la
responsabilidad del mantenimiento de los bienes, según la legitimidad que le
concedan las colectividades. La experiencia ha resaltado la coherencia de las
teorías contemporáneas de la restauración, según las cuales la posición óptima
es aquella que cumpla de forma más equilibrada con un mayor número de funciones
y que atienda a más usuarios, desde una óptica de satisfacer sensibilidades. El
hecho es que cualquier intervención debe ser sustentada por principios éticos y
por profesionales capacitados, que se mantengan en estado de constante
profundización teórica y práctica. De esta manera, queda todavía otra cuestión
igualmente relevante ¿Cómo se da el vínculo entre la teoría y la práctica de la
restauración? ¿Acaso ese conflicto se ha considerado en la evolución que la
temática presenta en el acelerado siglo XXI?
Citas:
1. KÜHL, Beatriz. (2006) “Historia y ética de la conservación y restauración de monumentos históricos". Revista CPC - USP, nº 1, p. 16-40. 2. CASTRIOTA, L.B. (2009) “Patrimônio Cultural. Conceitos, Políticas, Instrumentos". São Paulo, Annablume. p. 12.
3. VELLEDA, Karen; ÁVILA, Carlos. (2013) "La retratabilidad: La emergencia e implicaciones de un nuevo concepto en la restauración". Univ. de Málaga, Revista Contribuciones a las Ciencias Sociales. [online].
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4. GADAMER, Hans-George.
(1977) “Verdad y método. Fundamentos de una hermenéutica filosófica”. Traducción
de Ana Agud Aparicio y Rafael de Agapito, Ed. Sígueme, Salamanca.