DEL PASADO SAQUEMOS PROVECHO
Tenía seis metros de alto y más de 2.000 m² de extensión. El 29 de junio, la pirámide del sector 8 del complejo arqueológico El Paraíso, en el distrito limeño de San Martín de Porres, fue quemada, y la del sector 7 tajada con maquinaria. Tres pirámides más hubieran sufrido el mismo destino si los vecinos no alertaban a las autoridades. ¿Por qué tanto desprecio por un patrimonio que, puesto en valor, sería la envidia del mundo entero?
Esto sucedió en una huaca que, sin embargo, sí era foco de atención del Ministerio de Cultura. En diciembre del 2012 había anunciado un proyecto de 3,5 millones de soles para su puesta en valor. Un mes después, se halló el Templo del Fuego que, según Marco Guillén Hugo, el arqueólogo responsable del sitio, presenta características y fecha similares alas estructuras de Caral y Kotosh, y aproximaría los 3.000 a.C. Abajo, dos pirámides más antiguas quedan todavía por excavar. Si lo confirma la datación por radiocarbono, la capital peruana podría situarse así en la misma línea de tiempo que Caral y la zigurat de Ur, en Mesopotamia.
Sería un argumento de peso para atraer a Lima a esos turistas extranjeros que, como afirma la popular guía anglosajona Lonely Planet, “suelen huir rápidamente de ella para ir en busca de destinos más idílicos en los Andes”. ¿Por qué no se ve el impacto turístico del patrimonio cuando en países como México, Francia y Egipto ha sido desde décadas la fuente de un desarrollo económico sostenido? ¿Por qué no se aprovechan semejantes deterioros para usar el artículo 5º de la Ley General 24047 de Amparo al Patrimonio Cultural de la Nación (03.1.85), que declara “de utilidad y necesidad públicas la expropiación de los bienes culturales de propiedad privada, muebles e inmuebles que estén de riesgo de perderse para el Patrimonio Cultural de la Nación por abandono, destrucción, deterioro sustancial y exportación clandestina”? Si siguiera las denuncias hasta sus últimas consecuencias —en vez de contentarse con la ridícula multa municipal de dos unidades impositivas tributarias (7.400 soles) por pirámide destruida, como en El Paraíso—, el Estado peruano podría recuperar la propiedad pública de su patrimonio en pocos años. Y, a partir de ahí, decidir cómo administrarlo. Con la empresa privada, como lo hizo la Municipalidad de Miraflores en la huaca Pucllana con la actual ministra de Cultura, Diana Álvarez-Calderón, o con otros modelos de cogestión civil, aún por inventar.
MEMORIA SIN REGISTRO
A raíz del escándalo de El Paraíso, Luis Cáceres, jefe de la Dirección de Arqueología del Ministerio de Cultura,señalaba que solo 44 de las 366 huacas de Lima (el 12%) estaban inscritas ante la Superintendencia Nacional de Registros Públicos (Sunarp). Y que las más expuestas eran aquellas ubicadas en las zonas periféricas de Lima, como Ate, Carabayllo y Pachacámac.
El sitio incaico de Puruchuco, en Ate,tiene pendiente la creación de un túnel en el cerro considerado patrimonio tan intangible como la huaca que lo domina. La misma Ley 24047 lo dice: “La protección de los bienes inmuebles, comprende el suelo y subsuelo en que se asientan” (artículo 4º). Las protestas virulentas de la sociedad civil salvaron el cerro del tajo abierto inicialmente previsto por la constructora con el asentimiento de la municipalidad. Ahora la solución de un túnel medio enterrado, que dinamitaría el cerro y pondría en riesgo el equilibrio telúrico de la huaca,sigue generando controversia.
Y acá solo hemos mencionado las huacas con nombres, apellidos y partida de nacimiento. Pero¿cuántas tumbas Moche y momias pluricentenarias quedan aún por descubrirse? ¿Cuántos Caral, cuántos Bandurria? Se ha vuelto todavía más difícil proteger los futuros tesoros de la Nación desde que el Decreto Supremo 054-2013-PCM entró en vigor el 1 de junio del 2013 y, con ello, la facilitación de emisión de Certificados de Inexistencia de Restos Arqueológicos (CIRA) para los proyectos de inversión. Antes, se aplicaba el silencio administrativo negativo: no se ejecutaba ninguna obra hasta que los arqueólogos del Ministerio de Cultura redactaran el CIRA. Ahora con el DS 054,el plazo de entrega se reduce a veinte días, al cabo de los cuales se aplica el silencio administrativo positivo. Cualquier retraso administrativo de parte del Ministerio de Cultura beneficia de facto a las empresas inversionistas.
La primera urgencia sería registrar esas 322 huacas limeñas. Inscribir cada una de ellas en la Sunarp costaría alrededor de 400.000 soles, lo que sumaría un total de 13 millones de soles. ¿Cómo hacer milagros con un presupuesto que se quedó estancado desde la era del Instituto Nacional de Cultura? Afortunadamente, la flamante Ministra de Cultura ha anunciado que el patrimonio arqueológico sería su objetivo prioritario durante su gestión. Ojalá tome en consideración las legítimas preocupaciones de la comunidad científica.
UN DESARROLLO INTEGRAL
Como todos los arqueólogos, el presidente del Comité Peruano del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS), Alberto Martorell, se muestra inquieto respecto del DS 054. Sin embargo, guarda una visión positiva del uso que se puede hacer de las huacas. Según declaró a La Mula TV, este decreto “parte de la premisa—equivocada— de que patrimonio es traba al desarrollo. Esa dicotomía ya es manida y antigua, pero no superada en términos reales. Hay que cambiar esa idea. Lo que nosotros proponemos es incorporar el patrimonio en el proceso de desarrollo”.
Por su parte, el presidente de ICOMOS Perú propone “impulsar los sitios arqueológicos lo más posible,hacer centros de interpretación y demás, y desde la carretera principal trazar una secundaria que lleve a ese sitio arqueológico, de modo que lo invertido irradie desarrollo. La carretera sigue siendo la infraestructura necesaria,pero se incorporan esos valores paisajistas, ambientales, al desarrollo local, al desarrollo de artesanía y pequeños negocios que puedan surgir entorno a ese sitio”.
Klaus Hönninger Mitrani,director fundador del Museo Paleontológico Meyer-Hönninger en Chiclayo, sugiere que “se debería considerar la posibilidad que cada municipio vele y ponga en valor los centros de su jurisdicción, imponiéndoles la responsabilidad civil y penal por su cuidado. El ministerio puede fiscalizar esta responsabilidad, pero no nombrarse dueño de ellos y no estar en las condiciones de hacer nada”.
UN ROSTRO PARA LA CIUDAD
La Municipalidad de Miraflores siempre fue pionera en cuestiones patrimoniales. En julio del 2012aprobó la Ordenanza 387/MM para proteger activamente sus casonas “con valor urbanístico para el distrito”. La ordenanza facilita al propietario de un inmueble ubicado en una “Microzona de Valor Urbanístico” y/o declarado como “Bien Cultural Inmueble” por el Ministerio de Cultura, un Certificado de Derecho Edificatorio. Ese documento le reconoce al propietario la posibilidad de edificar una determinada cantidad de metros cuadrados por encima de la altura normativa en uno de los “Ejes de Aprovechamiento del Potencial de Desarrollo Urbano”. Este documento puede ser vendido, lo cual permite cierta plusvalía, además de cubrir los gastos de la renovación. Cinco casonas,incluyendo algunas de la Quinta Prado, se encuentran ahora en la fase de análisis de patologías edificatorias.
Las casonas republicanas,con su academicismo ecléctico mestizado de colores vivos locales, siguen siendo las figuras identitarias de esta ciudad sin rostro. Y si ellas tienen sus fervientes defensores por su estilo de vida ameno, desacelerado y de baja densidad, también los tiene la modernidad peruana. La demolición del Residencial Limatambo de Enrique Seoane Ros (1953) emprendida por su propietario, el Grupo Breca, en plena esquina entre las avenidas Javier Prado y Paseo de la República, marca el cambio brutal de una arquitectura de carácter, funcional, bella, dinámica, de escala doméstica, a la enésima caja de vidrio continuo sin relieve ni colores vivos, ni la menor relación al contexto urbano. Su principal interés será de superar la altura del Hotel Westin Libertador (2011, 118.55 m), obra del mismo arquitecto, Bernardo Fort Brescia, que aceptó pisar un ícono de la Lima moderna y aún humana. ¿Por qué la modernidad significaría hoy el opuesto de sus valores de origen? ¿Desde cuándo el futuro implica dar marcha atrás en contra del bienestar común?